29 marzo 2012

100 años del hundimiento del Titanic.


Tras haber realizado más de 130 expediciones submarinas, Robert Ballard (Wichita, Kansas, 1942) está convencido de que el fondo del océano atesora más historia que todos los museos del mundo: «Hay más de un millón de embarcaciones antiguas hundidas, muchas de ellas en muy buenas condiciones. Son como cápsulas del tiempo», asegura. A lo largo de 52 años, el oceanógrafo y explorador estadounidense ha localizado barcos emblemáticos, como el Bismarck, el Lusitania o el Britannia. Pero todos sus hallazgos parecen eclipsados por su descubrimiento más famoso (que no el más importante, como insiste en aclarar): el Titanic. 

En 1985, Ballard y su colega francés Jean-Louis Michel hallaron su cadáver a 3.800 metros de profundidad. El robot submarino Argo logró fotografiar el lugar en el que yacían los restos del lujoso transatlántico que durante la noche del 14 al 15 de abril de 1912 se hundió en las frías aguas del Atlántico tras chocar con un iceberg. A punto de cumplirse 100 años del que es, seguramente, el hundimiento más famoso de la historia, el Titanic sigue despertando pasiones. Las nuevas tecnologías permiten capturar con nitidez el estado del barco, que durante el naufragio se partió en dos. Las últimas expediciones han revelado el progresivo deterioro de sus restos, que se extienden por una superficie de cinco kilómetros por ocho. Un área que, según reclaman los oceanógrafos, debería protegerse como un sitio arqueológico. 


El fondo del océano es también el cementerio en el que descansan algunas de las 1.500 personas que perecieron durante el naufragio, el 75% de las cuales viajaban en tercera clase. La mayoría, sin embargo, murió de hipotermia durante las dos horas y 40 minutos que el barco tardó en hundirse. 
La conservación del Titanic es uno de los aspectos que más preocupa a Ballard. Tras su descubrimiento, el científico decidió dejar los restos del barco bajo el agua, tal como habían sido encontrados. Para él se trataba de su tumba. Pero en 1987 otras expediciones comenzaron a retirar objetos y a subirlos a la superficie. La primera empresa que lo hizo fue RMST. Esta compañía exhibe en el Hotel Luxor de Las Vegas miles de recuerdos del barco, desde zapatos a botellas de champán. La estrella de la muestra es un enorme trozo del casco del barco de unas 15 toneladas. 


«Nosotros abrimos la caja de Pandora», admite Ballard.  National Geographic Channel emitirá un documental del 11 al 15 de abril para conmemorar el centenario. En Salvar al Titanic, el oceanógrafo denuncia los daños que está sufriendo la nave debido a estas expediciones. 
El gran obstáculo para llegar a un acuerdo internacional que garantice la protección de los restos «antes de que sea demasiado tarde» es el lucrativo negocio que representa.


 El Titanic sigue despertando pasiones y cualquier objeto que se pone a la venta encuentra un generoso comprador. Las subastas de recuerdos están alentando el robo de piezas del fondo marino. Por no hablar de las visitas turísticas en sumergible para explorar la zona del hundimiento, a razón de unos 45.000 euros por persona. El impacto de estos vehículos ya es visible en la zona del naufragio. 
Ballard reconoce que lo que más le interesó del Titanic no fue el barco en sí, sino las historias de las víctimas. Su documental comienza con una visita a los astilleros de Irlanda del Norte en los que 10.000 personas trabajaron para construir el barco.


 La cinta reconstruye lo que ocurrió durante aquella travesía -que comenzó el 10 de abril en Southampton y debía haber terminado en Nueva York- y rinde homenaje a los nueve hombres que formaban parte del llamado «equipo de garantía». Nadie mejor que ellos conocía las entrañas del Titanic. Encabezados por Thomas Andrews, el arquitecto que diseñó el barco, hicieron todo lo posible por salvar la nave y a los pasajeros. Los nueve murieron, aunque 705 personas sobrevivieron al desastre. 

La búsqueda del Titanic fue, en realidad, una tapadera para una misión secreta del Gobierno de EEUU, que intentaba encontrar dos submarinos nucleares hundidos en el Atlántico Norte: «No queríamos que los rusos supieran dónde estaban las armas, así que necesitábamos una historia. Y dijimos que estábamos buscando el Titanic, pues se pensaba que estaba cerca». Una vez concluida la misión militar, Ballard, que también fue comandante en el Ejército, dispuso de 12 días para encontrar el barco. Sólo necesitó nueve. 


El oceanógrafo confiesa sentirse cansado del Titanic: «Realmente me encantaría encontrar una nave espacial para no tener que volver a hablar de él», bromea. «A veces la gente me pregunta cuál va a ser mi siguiente gran descubrimiento. Y yo les respondo que no lo sé. Si pudiera predecirlo no sería un descubrimiento. Me gustaría encontrar cosas que sorprendan a la gente, realizar hallazgos que cambien su vida y que queden reflejados en los libros, como cuando descubrí chimeneas geotermales y nuevas formas de vida. Lo que me gusta es bajar y ver lo que hay. Y después, ya se verá si tiene consecuencias arqueológicas, biológicas o geológicas». 

Ballard -que como no podía ser de otra forma, ya soñaba de pequeño con convertirse en el capitán Nemo, el protagonista de 20.000 leguas de viaje submarino- se considera «una criatura curiosa que permanentemente se hace preguntas». Para animar a los jóvenes a dedicarse a la exploración, fundó el proyecto Jason. «Siempre les digo a los chicos que sigan su pasión, no la de sus padres o las de sus profesores. Yo he seguido la mía y he tenido que hacer frente a muchos fracasos antes de tener éxito», añade. 


El que parece no cansarse del Titanic es James Cameron, que ha encontrado en el transatlántico un elemento perfecto para combinar dos de sus pasiones: la exploración y el cine. De las alrededor de 40 películas rodadas sobre la tragedia, la suya es la que más ha contribuido a popularizar esta historia. Aprovechando el centenario, Cameron ha remasterizado con efectos 3D el filme que realizó en 1997. El director canadiense, que se ha sumergido en 33 ocasiones para explorar la zona, estrenará en abril el documental James Cameron vuelve al Titanic, en el que ofrece imágenes inéditas de rincones del barco y presenta una nueva investigación forense sobre cómo se fracturó el transatlántico 


Desde que tenía siete años, el Titanic ha sido también una obsesión para el escritor e historiador Tim Maltin, autor de los libros 101 things you thought you knew about the Titanic... but didn't (101 cosas que creías saber sobre el Titanic, pero no sabías) y A very deceiving night (Una noche muy engañosa), en el que ofrece una nueva teoría para explicar por qué el capitán Smith no fue capaz de divisar el iceberg en una noche en la que aparentemente, las condiciones de visibilidad eran excelentes. Según sostiene en el documental Caso Cerrado, producido por National Geographic, la causa del hundimiento no fue ni la negligencia de la tripulación, ni la excesiva velocidad, ni un defecto de fabricación, sino un efecto visual causado por las condiciones climáticas y las frías aguas del océano. Este efecto, similar a un truco de magia, causó un espejismo que impidió que la tripulación divisara el bloque de hielo. «Fue como una tormenta perfecta, pero en calma», explica Maltin a este diario.

Este espejismo también exculparía al capitán del buque California, acusado de no socorrer a los pasajeros del Titanic. A pesar de que su barco se encontraba cerca, el capitán Stanley Lord siempre aseguró que no había divisado el transatlántico. Maltin demuestra cómo fue perfectamente posible que el Titanic no fuera visible desde el California debido a este truco de la naturaleza. 

Generación tras generación, el Titanic sigue despertando pasiones. La razón, según sostiene Maltin, «es porque se trata de un microcosmos de la Humanidad». Si algo tiene claro el historiador tras devorar los relatos de los supervivientes e investigar por todo el mundo lo qué ocurrió aquella anoche es que la del Titanic no es una historia de héroes y villanos. «Eran seres humanos normales que actuaron de la mejor manera posible teniendo en cuenta las circunstancias. Todos estamos programados para sobrevivir». Aquella noche, concluye, «el Titanic pasó de ser el reflejo de una civilización perfecta y sofisticada a convertirse en un infierno dantesco». 


2 comentarios:

  1. Los mayores desastres de la historia naval fueron los hundimientos de buques alemanes de la Cruz Roja o civiles,que evacuaban a los refugiados de Prusia Oriental en 1945.Más de treinta mil personas fueron ahogadas por submarinos de la URSS en varios meses.El Titanic es un "chiste" al lado de esos barcos que se llevaban por delante la vida de cinco o seis mil personas mínimo cada uno.

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